Fermín Cabanillas. La coreógrafa y bailarina Natalia Jiménez Gallardo debutará los días 11 y 12 de febrero, en la sala B del Teatro Central de Sevilla, su última creación ‘Woolf’, un autorretrato escénico basado en algunas de las obras de la escritora Virginia Woolf, incluyendo ‘A Room of One’s Own’ y ‘The Death of the Moth’.
En esta nueva y personal pieza de danza, el creador estará acompañado en el escenario por la pianista Jordina Millà. Ambos darán la vuelta al escenario del teatro en una habitación compartida, donde cuestionarán el terreno abstracto de lo reconocible, lo predecible o la identidad, abriendo las puertas a un jardín poético donde abandonan las prótesis de la realidad y experimentan el terreno posible de la pura libertad.
Una primicia muy especial
«Woolf» será un estreno muy especial para Jiménez, ya que se trata de una coproducción con el Mercat de les Flors (Teatro Municipal de Barcelona), institución y ciudad donde Jiménez ha desarrollado parte de su carrera artística. La pieza también cuenta con el apoyo de ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes de la Ciudad de Sevilla) y la colaboración del programa de residencias Ágora de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales; el Conservatorio Profesional de Música de Sanlúcar la Mayor y el Centro Cultural La Villa en La Rinconada (Sevilla).
Quizás el espectador, dejándose llevar por el título de la obra, espera ver algunos de los pasajes de ‘Una habitación para ti solo’ por Virginia Wolf. Jiménez y Millà trascienden el sentido de este libro y, a través del lenguaje del movimiento, el sonido, la palabra y el gesto, y la necesidad vital de la complicidad de estos cuatro elementos, conducirán al público en un continuo viaje de ida y vuelta entre lo conocido y la identidad de lo impredecible e irreconocible.
una gran capacidad
“La capacidad de Virginia de entrar en un monólogo interior, de contemplar una situación y de hacer descripciones detalladas llenas de belleza para luego sumergirse en lo macro y en el mundo real, que ya no es tan bonito y con ciertas prótesis, toda esa fuerza con la que habla de la realidad que ve, se puede traducir en baile y nivel sonoro (el macro es el más ligero, el más preciso y detallado). Ese espacio de contemplación que me abre Virginia es en esta obra reflejada a través del cuerpo donde se enfrenta a la capacidad de tomar el espacio y la ligereza de los detalles y la sensibilidad, de ser poroso y perceptivo”, dice Jiménez, explicando la relación de su pieza con ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf.
Punto de partida
Virginia es el comienzo de todo este proceso intelectual y físico gracias a la invitación a participar en una exposición virtual comisariada por Inés Ruíz Artola, una andaluza afincada en Polonia, que durante su confinamiento pide a varios artistas que se interroguen por el sentido. en ese momento clave, de ‘Una habitación propia’. Este momento cambia el paradigma que tenía Natalia Jiménez hasta la fecha de este trabajo y su significado. “No es lo mismo hacer este ejercicio de introspección o afirmar el propio lugar en circunstancias normales, que tener que hacerlo en un momento de nuestra vida en el que nos hemos visto obligados a encerrarnos y quizás más en sintonía con nuestro interior. . Se redefine la casa y la habitación”, explica.
y ‘loba’ también se trazan paralelismos entre el papel de la mujer y la novela que trata la escritora en su obra («Pero, me dirás, le pedimos que nos hablara de las mujeres y de la novela.… «) con el papel del arte, en este caso la danza, aún no reconocido como un bien esencial, y el papel de la mujer en esta disciplina.
una habitación compartida
Esta pieza, al igual que sus predecesoras, ‘Júbilo’ y ‘Práctica en la Frontera’ (piezas personales) están impregnadas de cuestiones identitarias y territoriales (Natalia Jiménez vivió varios años en Cataluña). Ahora la identidad a través de Virginia da un salto y trata de disolverse a través de la danza. “Hay algunas memorias con las que trabajo y he leído, pero en esta obra parecen súper tamizadas por mi corporalidad”, dice Jiménez.
lenguaje de metaforas
Dentro de los lenguajes de esta creación también se encuentran las palabras (a través de una serie de metáforas) y la música, que juega un papel fundamental, siendo un dúo entre la pianista Jordina Millá y Natalia Jiménez. Ambos consideran una habitación compartida y trabajan sobre la idea de vibración, el lugar donde el sonido y el movimiento se encuentran, pasando constantemente de un lenguaje más predecible a otro más impredecible y de reconocible a irreconocible. “Jordina toca las entrañas del piano y amplía la gama de sonidos que pueden acceder al mundo neuronal”, dice.
En sus últimas creaciones, Natalia Jiménez ha realizado su trabajo fuera de la caja (fuera de los escenarios de danza tradicional). por un interés en llevar el cuerpo a «lugares donde normalmente no tiene acceso» como es el caso de la Universidad de Sevilla con su obra ‘Aula’, o la capilla del CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) en ‘Práctica en la Frontera’.
En ‘Woolf’, en cambio, vuelve al escenario convencional (en este caso, al Teatro Central). “Cuando aparece este último proyecto, tengo muchas ganas de volver a subirme a un escenario y crear allí otro mundo posible, para poner mi voz”, explica Natalia. “En ‘Woolf’ esa propia habitación está para ser explorada en el escenario del teatro. El escenario se convierte en ese lugar que ocupamos y donde damos voz a otros mundos posibles”, concluye Jiménez.