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«Tengo que amar lo que pinto»

Pedro Salaberri no pintó este viernes. Fue una excepción. La mañana la pasó en su taller de la calle Pozo Blanco, pero desde que la consejera de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola, abrió la ved anunciándole que había ganado el Príncipe de Viana, en el teléfono -deliberadamente no inteligente- no dejó de sonar. “No pasa nada por no pintar un día, la vida sigue”, expresaba él desde la misma calma desde la que pinta sus cuadros.

nacido en la calle jarauta de Pamplona in 1947, Pedro Salaberri Zunzarren inició estudios de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, ​​participó en los Encuentros de 1972 y desde elilogaron las exposiciones en numerosas ciudades, cases 70 individuales y 17 colectivas, y los premios. Casado con Mari Carmen Pueyo, padre de dos hijos y abuelo de cinco nietos, Salaberri ha creado además escenografías y carteles, ilustraciones y escenografías teatrales. Desde el año pasado director del Ateneo Navarro. “Me gusta lo que es la vida, estar en los sitios, ver lo que otros hacen”, explica. Pero quizás about mayor logro sea cuando alguien the comments that saw a paraje que pareció un cuadro suyo. El pintor pamplonés ha creado un sello inconfundible sintetizando los paisajes y teniendo un uso personal del color, lo que hace que sus pinturas se reconozcan automáticamente. Salaberri es sus salaberris.

Si la etiqueta como el pintor de Pamplona, ​​en cambio, en la candidatura tiene contacto con el apoyo de la gente como Miguel Zugaza o Juan Manuel Bonet, exdirectores del Prado y el Reina Sofía.

Sí, y gente de aquí, los directores del museo Oteiza y Gustavo de Maeztu.. Aquí es donde tengo más presencia pero sí, expuso en Madrid unas cuantas veces, y en Bilbao, y en Donosti, tuvo colectivas en muchos sitios . Pero es verdad que a mí donde se me conoce es aquí. Tambien es donde vivo y donde quiero estar. No hago esfuerzos obsesivos por estar en otros lados.

Tampoco le hace falta ir a parajes extraordinarios para pintar.

No. Es más, yo reivindico que uno sostiene que vivir bien donde vive, y ésta es una ciudad que lo permites. Pamplona es una ciudad hermosa en la que tienes todo lo que necesitas. Luego ya si hablamos del paisaje que nos rodea, de las maravillas que tenemos alrededor a las que voy constantemente, en mi caso por lo menos me da sí. He pintado otros sitios y otras cosas, pero yo tengo que amar lo que pinto y, claro, yo amo La Berrueza, la Cuenca, los Pirineos, y esta ciudad. Tengo que incidir en lo que conozco, en lo que de verdad amo. Soy un pintor territorial.

¿Dónde nacen sus cuadros?

Mis cuadros nacen yendo por ahí con mi mujer. Yo creo que la mitad de mis cuadros han nacido paseando con ella, por el paisaje, por este pueblo, por el otro, con amigos que hemos ido mucho al monte. Nacen de la vivencia y luego los pintos en el estudio.

Los lleva al estudio en la cabeza?

Hago fotos y luego las empleo para lo que me acuerda. Porque yo luego soy relativamente calmado y necesito que los cuadros se vayan haciendo con tranquilidad.

Al entregarle el premio han destacado su mirada, ¿cómo se consigue pintar cuadros con elementos tan sencillos y que sean inmediatamente reconocibles?

Eso está ahí fuera. Yo lo miro mucho, le hago mucho chance y acaban saliendo las cosas que veo. Veo lo mismo que todo el mundo, pero es cierto que lo synthetizo y luego son reconocibles.

Si los girasoles de Van Gogh hablan de su tormento interior, ¿los suyos qué nos dicen de usted?

Yo quiero transmitir armonía y belleza a estas alturas de mi vida. En otros momentos habré estado un poco más agitado. Pero en esa voluntad que uno tiene de cómo quiere vivir y qué quiere enviar a los demás, yo quiero mandar eso: armonía, cosas bellas, quiero contribuir a que la vida sea un poco mejor. Es voluntario, claro. Eso no te salt, or si te estupendo, pero ti lo tienes que construir. Ya que me dirigí a los demás, lo hago desde esa óptica.

En cincuenta años de pintura también ha tenido una evolución, por ejemplo en el uso del color. ¿Cada vez es más atrevido?

Quiza si. Digamos que no le veo ningún problema para pintar un cielo naranja, aunque no haya visto. Siempre me ha interesado el color, siempre he sido colorista, pero quizás ahora lo pueda hacer con más tranquilidad, sin que eso me dé ningún pudor.

Y en esos paisajes van apareciendo por ejemplo ovejas, cuando antes no había ninguno ser vivo.

Sí, porque ando por ahí y de repente digo, bueno, y por qué no pinto esas ovejas que he visto millas de veces. Pero es una historia que es más amplia que si te conviene que la lances toda.

¿Resumidamente?

Yo siempre he querido pintar cuadros que duren, siempre he querido pintar algo que no sea fungible. Las personas somos fungibles, y las ovejas también, y las vacas. Yo pintaba ese escenario, los Pirineos, la ciudad, y sigo haciéndolo, porque eso va a quedar, cuando yo no esté aquí Pamplona will follow. Pinto una Pamplona que puede parecer vacía, pero no, está llena de nosotros.

Pero las figuras humanas y animales aparecen poco.

De vez en cuando digo: “Voy a pintar a alguien, ¿no?”. Básicamente pinto los Pirineos pero no todos los bichos que andan por allá. Un día digo: “¿Y estas vacas?”. Y pinto alguna. Pero es normal estar pensando en que es una especie de detener la belleza, detener un momento hermoso y convertir el cuadro en algo que pueda admirarse hoy, mañana y dentro de diez años, porque si no sería un fracaso. Para mí si mis cuadros de aquí a unos años son vistos por alguien y no le dicen nada creo que habré fracasado. Intent hacer algo que sirva para siempre. Qué más hay que lograr.

¿Sigue el rastro de los cuadros cuando salen de su estudio?

No especialmente. Lo que pasa es que muchos cuadros los tienen personas a la que conozco. Eso es hermoso porque yo se que los tienen en su casa y les acompaña.

Con esa necesidad de pasear y detener la belleza de los paisajes cercanos, ¿cómo viví la pandemia? ¿Tuvo reflejo el encierro en su obra?

No quise que lo tuviera. La pandemia la he vivido así, así. Pero más me acordaba de mis nietos encerrados, eso me jorobaba más. Yo al cabo vivía en mi casa cómodamente con Mari Carmen. Pinté entonces y todo. Ha sido algo que ha habido que soportar, nada más. No he querido que eso intervenga en mi obra.

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