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Mark Lanegan, la voz de un cantante maldito

un excueto comunicado a través de su cuenta oficial en Twitter dejaba en shock, en la noche de este martes, a la escena musical independiente. En él se comunicó que Mark Lanegan había fallecido en su casa de Killarney (Ireland), a la edad de 57 años, sin que en ese momento se pudiera aportar más información al respecto y pidiendo respeto por la privacidad familiar, en especial para su mujer , Shelley.

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Las muestras públicas de condolencia se obtuvieron a suceder, con mensajes que navegaban entre la sorpresa y el dolor por parte de artistas tan capitales para la historia del rock como Iggy Pop, Juan Cale, pedro garfio, J. Mascis o warren ellissellos de referencia como 4AD o festivales como el Roca Azkenaquienes además recordaron la que se ha tristemente en su última actuación en nuestro país, en la edición 2019 del BIME, en Bilbao.

En una entrada reciente con el portal Consequence of Sound, Lanegan habló sobre su dura batalla contra el coronavirus, durante la cual estuvo hasta tres semanas en coma y también sufrió una sordera temporal. En un adelanto para The Guardian de su reciente libro de memorias, diablo en comarelataba esta angustiosa experiencia, pero no si la ha confirmado al fallecer está relacionado con los posibles efectos de un persistente COVID-19.

Screaming Trees, uno de los grandes ‘tapados’ del grunge

Si hubiera que elegir a un cantante perfecto para representar la figura del ‘rockero maldito’, Lanegan sin duda estaría bien posicionado, junto a otras figuras intimidatorias como las de Nick Cave o Michael Gira (Swans). De pose hierática y voz profunda, on biografía toca todos los palos necesarios para un buen película biográfica en el asunto. Nacido en 1964, The Music Ready lo salvó de una existencia probablemente miserable en el pequeño pueblo de Ellensburg, Washington.

Otra de las tesis que apoyaría su sería que candidatura, a pesar de estar considerado como uno de los pioneros del sonido grunge, en la banda Screaming Trees nunca llegó a alcanzar el estrellato mundial. Mientras que Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden asaltaban la MTV, el cuarteto formado por Gary Lee Conner, Van Conner, Mark Pickerel y Lanegan se queda, como The Afghan Whigs, en una prestigiosa e influyente segunda división, pero también bastante menos reconocida.

Trans debuta en 1986 con ClarividenciaScreaming Trees editó tres discos capitales para SST Records, entre 1987 y 1989, antes de fichar por Epic Records para signar una trilogía sin la cual no se entendería del todo el rock independiente norteamericano de los 90. Es la que conforme tío anestesia (1991), coproducida por Chris Cornell de Soundgarden, dulce olvido (1992), en primer álbum comercialmente exitoso, y la un tanto agria despedida del grupo, Polvo (1996).

Una brillante y confesional carrera en solitario

A pesar de sus aires misteriosos, Mark Lanegan siempre fue un músico inquieto. Aún durante su época junto a Screaming Trees aprovechó cada de la banda para editar discos en solitario tan grabados como su debut, La sábana sinuosa (Sub Pop, 1990), de donde colaboró ​​con Kurt Cobain y Krist Novoselic, disco citado por el tercer miembro de Nirvana, Dave Grohl, como uno de sus favoritos históricos.

Hay pocos lanzamientos en su carrera que bajen del notable, desde algunas iniciales como Whisky para el Espíritu Santo (1994), Fragmentos a medianoche (1998) o Yo me ocuparé de ti (1999), definiciones perfectas de un estilo que transita con aspereza entre el rock, el blues y hasta el country, hasta otros plagados de colaboraciones estelares como Chicle (2004), de donde destacan los incandescentes duetos junto al cantante británico PJ Harvey.

Su última etapa en solitario también está plagada de títulos interesantes, como el doliente funeral de blues (2012), otro de los situados entre lo mejor de su carrera, Gárgola (2017) o alguien llama (2019). Su último largo, con el premonitorio título de Canciones rectas de dolorfue editado por Heavenly en 2020 y está inspirado en Cantar al revés y llorar: una memoriaautobiografía considerada como una de las descripciones más crudas del lado oscuro del rock.

Un colaborador generoso y prolífico.

Es Lanegan uno de los pocos musicos cuyas colaboraciones han sido casos igual de importantes que su propia carrera discografica. Un hecho que probablemente se deba a dos factores fundamentales: su estatus como una de las grandes estrellas del bajo tierra de las últimas tres décadas, y una gran generosidad a la vez de compartir estudio y escenario con otros compañeros de generación.

Una de las más relevantes es sin duda la de Queens of The Stone Age. El ex Kyuss y líder de la banda, Josh Homme, ya colaboró ​​con Screaming Trees y Lanegan devolvió el favor aportando en discotecas tan capitales como Clasificada R (2000) y especialmente Canciones para sordos (2002), en cuya gira española les acompañó. Otra sería con Greg Dulli, alma de The Afghan Whigs, con quien ha colaborado de manera profusa, como en sus discos con The Twilight Singers, y hasta compartimiento proyecto, The Gutter Twins, editando saturnales con Sub Pop en 2008.

También fue extensa su alianza con Isobel Campbell, fundadora de la banda pop escocesa Belle and Sebastian, cuya dulce voz hizo una alianza perfecta junto a la cavernosa garganta de Lanegan. Entre 2006 y 2010 editaron tres discos, Balada de los mares rotos, Domingo en Devil Dirt y Halcón. Pero en la lista de colaboraciones hay casos interminables, contando con Moby, Soulsavers, Neko Case o The Armed entre otras muchas alianzas. Una de las últimas fue el año pasado, junto a Joe Cardamone (The Icarus Line), bajo el alias de Dark Mark vs Skeleton Joe. En 2020, Lanegan colaboró ​​también con un grupo madrileño, Agrio, para el que escribió la letra y aportó la voz en el tema Un trago de agua envenenada.

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