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Nuevos medios, viejos crímenes | Lluís Llort | Barcelona | Otros

El acceso a todo tipo de imágenes hizo más atractivos los documentales

¿Qué nos impulsa, más o menos apasionadamente, en secreto o sin complejos, a dejarnos deslumbrar por los crímenes? ¿Un análisis fundamentado o intuitivo de las profundidades de nuestra esencia? ¿La morbilidad más primaria? ¿Sabes cómo matar, cómo evitar dejar pistas, técnicas de búsqueda? ¿Cómo detectamos las sospechas en nuestro entorno antes de convertirnos en víctimas? ¿Mostrarnos que hay personas que lo están pasando peor, como el que lee los obituarios todos los días como símbolo de autoconfirmación?

Las razones pueden ser muchas, pero las dejamos en manos de los especialistas que escriben en las páginas siguientes. Centrémonos en el éxito de los llamados crimen realo contar un crimen real en un libro o en un documental de televisión. Dos ejemplos muy claros y recientes son El maldito pantano. Las muertes de Susqueda (La Campana), un libro de la periodista de este diario Tura Soler, y la serie de radio y televisión, crímenes, en el que Carles Porta (flamante Premio Nacional de Comunicación y Premio Ondas) intenta arrojar luz sobre la oscuridad de los crímenes ocurridos en nuestro país.

El interés por los crímenes reales no ha sido reciente, porque siempre ha habido asesinatos (colocándolos en la cima de la pirámide criminal). Los hombres prehistóricos ya se mataron, para defender el grupo, el territorio, el fuego, los jóvenes, quizás todavía no por venganza, pasión, envidia o placer, pero se mataron entre ellos. Como en las culturas clásica griega y latina. Uno de los asesinatos colectivos más famosos es el de Julio César. Y como una historia de rituales y muertes sádicas, con la tortura perfectamente entrelazada en el medio, basta con mirar la Biblia. Seguro, contiene muchas enseñanzas espirituales adoctrinadores, pero también hay muertes violentas hasta el agotamiento.

Retrocediendo en el tiempo, la prensa diaria siempre se ha cansado de este tipo de noticias con muertes de por medio, como cuando se siguió el caso de Jack el Destripador, un asesino en serie nunca arrestado. que aterrizó en el Londres de 1888.

También ha habido periódicos dedicados casi exclusivamente a informes de asesinatos, como El caso, editado en Madrid entre 1952 y 1997, y programas de radio más recientes, como el citado crímenes I territorio negro, con Luis Rendueles y Manu Marlasca.

Y ahora, ¿qué pasó? ¿Se ha puesto más de moda? Puede que sea un tiempo, pero parece que lo que ha influido es la mejora en la calidad de los medios que hablan de ello, y más aún el presupuesto. Puedes pasar muchos años escribiendo un libro o haciendo un documental, unos recursos humanos y económicos impensables hace 15 o 20 años. Se han mejorado los medios, pero los delitos son los mismos de siempre, lo hagan o no, y también se ha mantenido el interés que despiertan.

Además de la versión literaria, está la rampa de despegue que ha sido la plataforma de contenidos audiovisuales para documentales, en muchos casos con papeles de ficción, interpretados por actores, incluidas imágenes reales. Un periódico del siglo XIX, para ilustrar los asesinatos de Jack el Destripador, tuvo que limitarse a publicar dibujos, con suerte, hechos con la naturaleza de un cadáver. Hoy los archivos de fotografías y videos de los medios, además de los de las fuerzas del orden y las cámaras de seguridad, así como los videos caseros que todos podemos aportar para documentar cualquier hecho con un simple teléfono móvil, han ampliado la posibilidad de visualizar el realidad de ciertos delitos.

¿Qué nos gusta más, la violencia, ver el sufrimiento ajeno o (cuando es el caso, que no siempre es así) que los asesinos acaben en la cárcel? Deje que todos respondan en privado.

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