Once profesores habían desaparecido ayer en un instituto de Santa Coloma de Gramenet y se contagiaron durante las vacaciones de Navidad. El revuelo fue grande, pues las once víctimas tuvieron que ser cubiertas con el resto de los profesores, especialmente los de turno. Educación, que conoce a los docentes y alumnos de cada institución que han sido infectados por la aplicación Traçacovid, envió un reemplazo, pero además -que deberían ser diez más- aún no se sabe nada. Algunos docentes han advertido que se han contagiado, pero aún no han podido bajar, porque los CAP están saturados. En otra escuela secundaria, incluso ayer algunos estudiantes no fueron a clase. Advierten que se habían contagiado, pero como habían tramitado la alerta de covid fuera del colegio, el centro oficialmente no sabía nada al respecto y por tanto no había podido introducir los datos de los contagiados en la aplicación Tracacovid. Ya se espera extraordinaria la carga de trabajo de los profesores que están trabajando y de los directivos que tienen que lidiar con todo, hecho que se sumará al cansancio de tener que tomar una lección de mascarilla y al frío que pasa (al igual que los alumnos) en las aulas, que deben estar constantemente ventiladas a pesar de las bajas temperaturas. Todo esto genera nerviosismo en muchos docentes, la mayoría de los cuales aún no han tomado la tercera dosis.
Los padres, por su parte, tras dos semanas con sus hijos en casa, vivieron ayer con satisfacción la vuelta a clases. Estuvieron de acuerdo en que los niños deberían poder «socializar», y confiaron en los protocolos del centro y la velocidad de vacunación.
Victoria admitió una desinformación. Ayer llevó a su hija al colegio de Aigües de Barcelona y, delante de la agencia ACN, explicó que en las últimas semanas había hecho un lío con la información que le habían dado e incluso tenía miedo de que los colegios no lo dejaran abrir. . Del mismo modo, Jordi, padre del mismo colegio, ha recordado que conciliar la vida laboral con las tareas del hogar y los niños en casa no es fácil para las familias. «Están mejor en la escuela», dijo. Otra madre, Claudia, dijo que “aunque todo se hace con criterio, es bueno que se reencuentren con sus amigos y que puedan volver a la rutina”. Y apeló al sentido común: «Intentamos tener cuidado, salir con la mascarilla, mantener la distancia y cuidarnos, pero no se trata de volvernos locos».
César, padre de un niño también de la Escuela del Agua, dijo: “Nos divertimos, no nos enfermamos. A menos que haya un brote muy grave, está bien que vuelvan a la escuela». Muy práctico, subrayó: «Si de todos modos se contagia, será otra forma de vacunarse».