La afición de Independiente (el Rojo), la pequeña patria de Bochini, lo han advertido: Hay un chico de 16 años que se lo rompe. No se descartó la exageración en los españoles incrédulos que escucharon. Poco después del chico, Kun Agüero, el futbolista que hoy hizo colapsar las emociones, Aterrizó en el Vicente Calderón.
No era todo una alfombra roja y blanca. Le costó porque logró el hiperfútbol
profesional en el que la dieta no permitía onzas de alimentos no recomendados. Cuando Kun se encogió, estuvo de acuerdo con sus abogados defensores.
Estuvo bien, muy bien, capaz de manejar un cuerpo de Romario en el área
y mézclalo con la malicia del prado.
Los que lo veían todos los días siempre predicaban que Agüero llegaría al peldaño de la escalera que él quisiera.
Se quedaron con la sensación de que el argentino había sofocado el hambre. Daba una sensación de peligro y diversión, como esa sonrisa que medio dio cuando la lanzó a la defensiva.
Se sentía más cómodo entre los diez primeros del mundo que en una lucha de desgaste por ser rey.
Hay quienes prefieren estar muy bien sin agobiar en todo el día. Es una decisión de vida. Carátulas y anuncios de ferias, los necesarios.
La marcha al Manchester City
Se mudó del Atleti al Manchester City
con un regate emocional. En un fútbol que se presume de enorme físico, impuso su astucia.
Con la camiseta azul marcó el gol más importante de la historia del club,
lo que le dio el primer Premier.
Era un pequeño dios que veía pelear al Messi-Christian en un sillón.
Mientras,
porterías regadas en el City
sin que nadie le pidiera que saltara a la eternidad. Nunca estuvo entre los tres primeros en el
balón de Oro
y ni siquiera su mundo parecía hundirse.
En el crepúsculo apareció el Barça. Todo fue al revés. Hubiera sido socio de Messi
y las cuentas liquidaron la empresa. Habría sido el máximo goleador del equipo y el corazón fue la peor defensa que encontró.
Su último gol, símbolo de rivalidad, lo marcó ante el Madrid
en un clásico que ya se jugaba con la afición en los pasillos de salida.
La salud es lo primero, dijo Kun al anunciar su retiro, el genio que no quería reinar.