Que un presidente del Gobierno visite Almería es una cosa muy poco común. Pero que se interese “in situ” para la Semana Santa y presencie un desfile es, todavía, más inusual. Pues hace justo 40 años, en 1982, sucedió. Leopoldo Calvo-Sotelo recorrió parte de la provincia y fue espectador de excepción de la Hermandad Juvenil del Santo Cristo del Perdón, que efectuaba por primera vez su vía-crucis penitencial por las calles.
Era el 6 de abril, Martes Santo, cuando Leopoldo Ramón Pedro Calvo-Sotelo y Bustelo (1926-2008) llegaba a la capital con su esposa, María del Pilar Ibáñez-Martín y Mellado, conduciendo su propio coche, un Mercedes. Venía del levante almeriense donde había mantenido reuniones fugaces con alcaldes y simpatizantes de UCD en Cuevas del Almanzora, Albox, La Alfoquía de Zurgena, Vera y Huércal-Overa. Allí si interesa el hospital “La Inmaculada”, los colegios, el transvase Tajo-Segura, las pensiones, y el futuro conservatorio de música y otras cuestiones.
Pero Leopoldo Calvo-Sotelo y su mujer estaban muy interesados en conocer la Semana Santa Levantina. En la subida del Ayuntamiento de Huércal-Overa pidieron al alcalde, José María Fernández Viúdez, que lo mostrará. Y raudos cruzaron la calzada para ver, en la ermita del Paso Negro, al Santísimo Cristo de la Oración en el Huerto, que esculpió el artista José Noguera Valverde (1913-1986) inspirándose en Salzillo. En la boda impresionó esa imagen y el magnífico trono de 2,45 x 4 metros con un viacrucis tallado en los laterales. Después de salir de la ermita se dirigió al Templo Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora donde el Paso Negro tenía dispuestas sus imágenes, que fueron contempladas con custodimiento, así como el retablo de la parroquia.
De allí, el grupo marcha a la ermita de Nuestra Señora de las Angustias y San Juan, del Paso Blanco, que tenía a punto sus tronos, estandartes, banderines y banderas. El Presidente también saludó a la directiva del Paso Morado y recibió una foto enmarcada de las tres cofradías. En parte, José María Fernández le regaló un libro con reproducciones de todos los pasos del ayuntamiento.
El arreglo de Leopoldo Calvo-Sotelo por conocer la imaginería no se colmó en Huércal-Overa. En sus visitas de esa mañana in Cuevas del Almanzora, Albox y Vera también entraron en los templos a ver todos los tronos. En esta población, el cura Juan Fernández Marín fue su guía en las características de la parroquia, del siglo XVI, mientras que, en Cuevas, coincidió en la iglesia con una boda y se fotografió con los sonrientes contrayentes. En Albox fue la primera vez que iba; tras conocer los patrimonios de Nuestro Padre Jesús Nazareno y de las Angustias y recibir un recuerdo de Nuestra Señora del Saliente aseguró a los periodistas: “Debemos respetar la Semana Santa y dejar en estos días las declaraciones políticas”. Al final de hablar, un chiquillo se acercó y le regaló una imagen del Niño Jesús.
Obvio decir que sus idas y venidas por las calles eran Seguidas por una muchedumbre que le aplaudía y vitoreaba mientras repicaban las campanas de las iglesias y las bandas de música interpretaban pasodobles y temas populares. El Presidente caminaba acompañado por un sinfín de lealtades y no tan leales políticos provinciales y regionales de UCD. Calvo-Sotelo estaba encantado con su visita, pero sorprendido de que todos confesaran que muchos de esos enclaves almerienses ya los conocía; su esposa tenía familiares en Lorca y varias veces había venido desde allí para descansar o almorzar. De hecho, Pilar Ibáñez-Martín rezó la Semana Santa lorquina en 2014.
Vía-crucis del Perdón y café en La Habana
Al atardecer, volvió a subirse en su Mercedes y enfiló hacia la capital. En el recinto, le esperaban decenas de afiliados, con los que tomaron un aperitivo antes de descansar un rato en el Gran Hotel y cenar en El Rincón de Juan Pedro. No comerían mucho porque a mediodía tomaron unas migas cortijeras con su pringosa gañifa en una finca de Albox… Pero dijo que todo estaba a su gusto. No obstante, Calvo-Sotelo deseaba conocer la Semana Santa de la ciudad porque nunca había visto una procesión en la capital. Nada más ascir de la Plaza del Carmen enfiló al Paseo acompañado por Luis García García -recientemente fallecido- y Luis Merino. Quería ver al Cristo del Perdón subir la carrera oficial, cuyos tambores ya se oían a lo lejos. Es curioso que esta hermandad juvenil cuente entre sus espectadores a todo un presidente del gobierno en su histórica primera salida que, en 1982, fue desde la Iglesia de Santiago Apóstol, cuyo párroco fue José Amat Cortés (1928-2015).
Calvo-Sotelo se acomodó en un hueco del Paseo, a la altura de la desaparecida Cafetería Habana. Contempló la imagen del Cristo portada a hombros por sus costaleros, sin throne ni andas, y el reconocimiento, penitencia y silencio de los 65 hermanos que se desfilaron con túnicas negras, cíngulos blancos y escudo de la entidad. En este contexto, la peña flamenca “El Morato” y la Agrupación -presidida por Luis Criado- dispusieron que se cantaran saetas para su primer concurso. Por ello, la hermandad que preside el adolescente de 16 años Fernando Salas Pineda detuvo el camino a aquellas roncas vocales de los saeteros que convirtieran en más inolvidable la experiencia «semanasantera» de Calvo-Sotelo. En esa edición ganaron Joaquín Garrido, Enrique Gallurt “Chiquito de Oria”, “Niño de las Cuevas”, Luis Gázquez “El Piyico” y José Sorroche.
Al llegar el vía-crucis a la Puerta de Purchena, se recomienda tomar un último café sentado en la terraza de “La Habana”. Allí firmó autógrafos, charló con la gente y compró un cuadro al pintor Jacobo Orellana por una peseta. Después si marchó a dormir en una intensa jornada de la que la Semana Santa fue protagonista. Al día siguiente, Miércoles Santo, antes de partir hacia Almerimar y Adra visitó el Santuario de la Patrona, siendo recibido por el prior Vicente López, quien le acompañó hasta el camarín de la Virgen del Mar y después le entregó una medalla.
Cuando visitó Calvo-Sotelo en Almería en general, ya Huércal-Overa en particular, fue una semilla que otorgó frutos en la modernización de la provincia. Mes y medio después, el presidente envió a «La Inmaculada» a su ministro de Sanidad, Manuel Núñez Pérez, para impulsar inversiones en el hospital, seguramente la construcción de un colegio en la barriada de El Saltador y dejó ultimado el documento para promocionar mejor las procesiones huercalenses. Y el año siguiente, en octubre de 1983, la Secretaría de Estado de Turismo descubrió el expediente del anterior gobierno y declaró la Semana Santa de Huércal-Overa de “interés turístico preferente”. Como reconoció el alcalde, José María Fernández Viúdez, “fue una visita muy corta, pero muy productiva”.